Todos menos uno de Éric Battut
Hola
a todos, aquí estoy con una nueva aventura. Y digo aventura porque cada
actividad es para mí es un caminar en el aprendizaje, con sus subidas y sus
bajadas.
Y en
este camino llega la hora del cuento.
Contar
un cuento es algo más que leerlo, narrarlo o hacer un cuentacuentos es una
iniciación a la literatura, es una forma de aumentar el vocabulario, de
estimular la imaginación, de despertar a la belleza de las letras, de conocer
las dificultades de la vida y sugerir soluciones a los problemas, pero, sobre
todo, desde mi punto de vista, lo más importante es que es un medio de
comunicación y de disfrute.
Para
la actividad planteada en clase debíamos elegir una estrategia de trasmisión
literaria, la lectura, narración con libro o cuentacuentos.
El
cuentacuentos es la estrategia que más tiempo requiere de preparación. Exige
conocer bien la historia. No se utilizarán imágenes que ayuden en la
comprensión de las palabras. Es la imaginación de los oyentes la que crea esas
imágenes. Por ello el que utiliza esta estrategia debe conocer bien la historia
para ser capaz de que el oyente cree con las palabras, la voz, los gestos, los
cambios de ritmo las imágenes del cuento su historia en la mente. No elegí esta
estrategia por falta de tiempo para prepararlo, o quizá eso solo fue la excusa.
Aun me queda por aprender más cuentos y sobre todo me queda perder el miedo a
contarlos. El público es un elemento muy importante. No es lo mismo tener a
niños como público que a adultos. Quizá estos segundos más críticos que los
primeros, aunque sin menospreciar el sentido crítico de los niños.
La
lectura de un libro es una técnica en la que se tiene una interacción menor con
el público. Y eso no me lo quería perder. Contar un cuento tiene que ser
satisfactorio para las dos partes, solo así se consigue una verdadera comunicación.
Así
que sólo me quedaba la narración con libro, es decir contarles el cuento con
ayuda de las ilustraciones. Pero no es tan fácil. Ahora había que elegir un
libro. Pensé en un libro que tengo en casa y que nos encanta: La cebra Camila (Núñez,
1999), esa cebra que pierde las rayas y sus amigos la van entregando una cada
uno para volver a ser una cebra rayada y no una mula blanca. Pero, y aunque me
encanta y os lo recomiendo, creo que ya he trabajado muchas veces con ese
cuento. Y quería cambiar. Aprovechando que había ido a la biblioteca con mi
hijo, decidí echar un ojo a ver qué libro encontraba…
Y
allí encontré Todos menos uno (Ce
petit pois-là) de Éric
Battut. No lo conocía. Lo saqué de la estantería y lo miré. Lo primero que
me llamó la atención fue la ilustración de la portada. Sencilla pero preciosa
o, mejor dicho, sencillamente preciosa. Blanca, con las letras verdes (mi color
favorito) y con un muñeco que sostenía una pluma llena de colorido. Razón más
que suficiente para que lo abriera y lo leyera.
Todo menos uno cuenta la historia de un guisante
que quiere ser diferente al resto y decide irse a buscar a alguien a quien
parecerse. De cada uno de los personajes con los que se encuentra va a ir cogiendo
alguna de sus cualidades. Así será un guisante diferente. Al regresar a su casa sus amigos se ríen de él por su atuendo. Así que el guisante, como semilla que es
se enterrará en la tierra y pasado el tiempo nacerá una planta tan única y
singular como lo es él.
Éric
Battut es el escritor y también el ilustrador del libro. Nació en Chamalières
(Francia) en 1968 y después de estudiar varios cursos de derecho y de economía
estudió ilustración en la Universidad de Lyon.
Desde 1996 trabaja como ilustrador de libros infantiles. En España se
han publicado obras como El Secreto, La avellana, La broma, ¡Oh! La luna o ¿Quieres jugar conmigo? En 2011 la
editorial Libros del Zorro Rojo publicó Todos
menos uno.
Este
libro es una obra de arte en sí misma. Sus ilustraciones nos aportan mucha
información, incluso podríamos obviar el texto, si no fuera porque el texto tiene
una musicalidad singular que apetece utilizar.
Encontramos muchas locuciones
adverbiales de tiempo que nos dan información sobre la situación en la que se
desarrolla la acción dándole un ritmo especial. Casi sin pensarlo…, en ese
momento…, de pronto..., en un pispás…, rápidamente…
Sin embargo, este álbum
ilustrado permite que los niños, aun sin saber leer, puedan volver a “leerlo” a
través de las imágenes. Sus ilustraciones, todas en la página de la derecha,
ocupan toda la hoja. Fondos blancos, limpios que permiten ver sin problema los
detalles de las imágenes. Trazos sencillos pero llenos de contenido. En todas
ellas se reconoce perfectamente al protagonista, su pequeño tamaño y la cara
con la que éste mira al resto de los personajes que va variando según el texto.
El texto, en la hoja de la izquierda
está situado siempre en la parte inferior, dejando así limpia el resto de la
hoja. Dos o tres líneas como mucho, algo característico en este tipo de libros.
El
protagonista de la historia, el guisante, es pequeño, como todos los guisantes,
pero no su decisión. Decide saltar de la protección que le da la planta en la
que vive con el resto de guisantes y vivir su propia aventura en busca de su
propia identidad.
A lo largo del cuento hay un elemento que se repite y que sólo varía en su posición. Un punto rojo que da unidad e hila el cuento. Aparece en todas las páginas, observando la escena excepción de cuando el guisante regresa a su casa y sus compañeros de planta se ríen de él. Es como si al observador no le gustara esta escena y por eso no aparece. Nuestros alumnos encontrarán miles de explicaciones a este elemento y por supuesto, todas ellas válidas.
Entre
los 2 y 6 años los niños están inmersos en una etapa animista, los animales
tienen las mismas características que los humanos, como nuestro protagonista. A
partir de los 4 años las historias de aventuras le van a atraer con fuerza,
muchas veces importándole más la aventura que el final en sí mismo.
Todos menos uno es un cuento
acumulativo. El guisante irá conociendo a otros animales en los que encuentra
las características que a él le gustaría tener y se va apropiando de todas
ellas. Esta sucesión repetitiva de hechos le facilita al niño su comprensión. Aunque
el vocabulario es sencillo creo que el libro es mejor dirigirlo a niños a
partir de 4 o 5 años. Utiliza palabras que pueden parecer más difíciles
(imponente, audaz, brizna), pero también estimulan al niño. Éstas se pueden
acompañar de un gesto para complementar su comprensión.
Ya
tenía el libro, la estrategia que iba a usar para contarlo y sabía la edad de
los niños a los que se lo podía contar. Ahora había que ensayar como lo iba a
hacer. Leí el libro varias veces, deteniéndome en las palabras para luego ver
que las imágenes relataban lo mismo que el texto. Luego cogí el libro y lo
dirigí hacia un público inexistente. De esta forma practicaba cómo lo iba a
contar y enseñar las imágenes a la vez. Me di cuenta de que su tamaño me
permitía con el brazo estirado, encajarlo perfectamente ente mi mano y mi
bíceps. Así podía enseñar el libro y contar el cuento leyendo el texto si lo
necesitaba ya que este quedaba más cerca de mis ojos y me permitía leerlo. Con
la otra mano, podría gesticular, señalar y pasar las páginas. Me di cuenta de que podía señalar al
protagonista en cada hoja y así ayudar a los niños a encontrar al guisante,
acariciar la página cuando aparece el pavo real como si quisiera tocarle las
plumas o hacer en mi cara una trompa enorme como la del elefante con mi brazo
libre. Interpreté
el cuento varias veces. Mi familia me miraba a escondidas con cara de sorpresa,
curiosidad y risa al verme contar el cuento a la pared.
Hacerlo
en clase fue diferente. Por supuesto, estaba más nerviosa que en casa, aunque a
la vez tenía muchas ganas de contarlo. Había ruido, éramos muchos contando
cuentos a la vez. Eso hacía que tuviera que modular la voz para no molestar a
los demás, pero permitirle oír el cuento a mis compañeros de grupo. Quiero
agradecer a Lucía, Eva y Mario que compartieran conmigo sus trabajos y yo poder
hacerlo con el mío. Primero les expliqué a mis compañeros que el libro se lo
contaría a alumnos de entre 4-5 años. Les enseñé mi libro, me coloqué cómoda
con mi libro en el brazo y comencé.
Leí
más de lo que yo había pensado. Mi intención era poder irlo contando a través de
las ilustraciones. Al principio hice una lectura pero al final y ya más
relajada les narré lo que se veía en las imágenes. Señalé y creo que gesticulé bastante,
pero me faltó dedicarle un tiempo a que vieran bien las imágenes y creo que era
imprescindible en este cuento. Realicé alguna parada para remarcar algún detalle
de las imágenes diciéndoles… ¿habéis visto que colores tan bonitos tienen las
plumas del pavo real?, ¡mirad que pelaje tiene el tigre! A ellos les gustó ver
al guisante con rayas y ahí también hicimos una pequeña parada.
Al
acabar les pregunté a mis compañeros si les había gustado. Respondieron
afirmativamente. Les pregunté qué les parecía la aventura del guisante, si
ellos hubieran hecho lo mismo.
¿Con
qué animal os ha gustado más que se encontrara?
¿Le
habríais quitado una pluma al pavo real? No le pidió permiso… ¿le habrá
molestado al pavo real que le quitara una pluma?
Sobre
esta pregunta estuvimos un poco hablando. Guisante lo hizo sin pedir permiso y
eso no está bien. Seguro que el pavo real se lo había dado encantado sin
necesidad de quitársela.
A
continuación, les pregunté qué les parecía la edad a la que había pensado
contársela y que les parecía si lo hiciera con niños de 3 años. Revisamos las
imágenes, los fondos, el escaso texto, pero me respondieron que ellos lo veían
mejor para niños de 4-5 años. Agradecí que me dijeran que les había gustado, que lo había contado bien y que
les gustó como hice el gesto de excavar en la tierra un huequito donde guisante
con su nuevo atuendo se esconde y de dónde luego nace una planta tan original
como él.
No
hubo tiempo para mucho más.
De
esta actividad me llevo lo importante que es prepararla y lo importante que es
controlar tus nervios (para mí esto es lo más difícil). Sin duda, no es lo
mismo hacerlo con niños que con adultos, pero era necesario hacerlo. Me llevo
la cara de mis compañeros mientras contaba el cuento. Atentos, interesados por
lo que le pasaba al guisante prueba de que el libro les estaba gustando. Me
gustó que cogieran ellos el libro al acabar y pasaran las hojas para ver las
imágenes con detenimiento. Eso me encantaría que los alumnos lo hicieran. Que
ellos lo volvieran a leer. Yo por otra parte, disfruté igualmente contándoselo.
Y disfruté escuchándoles sus cuentos, sus historias. ¡Muchas gracias por haberme
ofrecido este buen rato!
Y
hasta aquí mi relato de la hora del cuento.
Referencias
Diccionario
de la lengua española. RAE. Recuperado de: http://dle.rae.es/?w=diccionario
Documentos
del Bloque 1 de la asignatura Literatura Infantil- Grado en Educación Infantil-
La Salle. Recuperado de: https://online.lasallecampus.es/pluginfile.php/9344/mod_resource/content/1/CUADRO_Cuentos%20seg%C3%BAn%20edad%20y%20desarrollo.pdf
El arte de contar
cuentos: qué son y cómo se cuentan. El
arte de contar cuentos en el aula de Infantil y Primaria. J. Quintanal 2005
Recuperado de: http://cursocuentacuentos.weebly.com/uploads/1/0/8/3/10834207/3_-_el_arte_de_contar_cuentos.pdf
El cuento: su valor
educativo en el aula de infantil. Recuperado de: https://www.feandalucia.ccoo.es/docu/p5sd5950.pdf
González,
L.D. (2011). Bienvenidos a la fiesta. Recuperado de: http://literaturarespetuosa.blogspot.com.es/2015/06/resena-todos-menos-uno.html
Gutiérrez
García, F., (2012). Cómo leer el álbum ilustrado. Biblioteca Virtual Cervantes. Revista CLIJ.
Cuadernos de literatura infantil y juvenil, 150, pp13-21. Recuperado de: www.cervantesvirtual.com/obra/clij.../f764f6d0-f5c1-11e1-b1fb-00163ebf5e63.pdf
Labajo
Gonzalez, I. (2017). Teoría de la asignatura Literatura Infantil- Grado en
Educación Infantil- La Salle. Recuperado
de: https://online.lasallecampus.es/pluginfile.php/9339/mod_resource/content/1/Literatura%20infantil_teor%C3%ADa.pdf
Te cuento un cuento en educación
infantil (2012). Revista digital para profesionales de la enseñanza, n 18.
Federación de enseñanza de CC.OO. de Andalucía. Recuperado de https://www.feandalucia.ccoo.es/docu/p5sd8988.pdf
Hola Mercedes!!! Que buen trabajo has hecho!!!
ResponderEliminarLo primero de todo me encanta el formato en que has elegido contarnos la actividad, en modo “historia” o relato, parecía un cuento propiamente dicho (:)) no como en otras ocasiones que lo hacemos contestando punto por punto.
El libro que utilizas tampoco lo conocía y te confieso que me ha entrado la curiosidad de leerlo entero, así que he echado mano de internet para verlo. Por cierto, ¿qué crees que es el punto rojo que sale en todas las páginas?? ¿Se supone que es el sol??
Y ahora entrando en la actividad como tal, me ha parecido muy buena la elección de la forma de trasmisión.
Efectivamente lo que más vale del cuento son las imágenes así que lo suyo es servirte de ellas a la hora de contarlo, de ahí que lo ideal es la narración con cuento. Y la edad elegida también me parece correcta (4-5 años) aunque creo que para 3 años valdría también.
Únicamente decirte que en el párrafo escrito al lado del dibujo del tigre has puesto "ya más relajada les narré lo que se vía en las imágenes", en lugar de lo que “se veía”.
Por último comentarte que estoy totalmente de acuerdo contigo en que es mucho más difícil hacerlo con adultos que con niños, pero como muy bien puntualizas de momento las que no somos profes, no nos queda otra ;).
Enhorabuena por el trabajo!!! Está muy bien preparado y realizado!!!!
Hola Elena, muchas gracias por tu comentario. Me encanta que me hayas dicho lo del punto rojo. Es un signo de que te has leído con detalle el libro. Me hace mucha ilusión.
EliminarTenía apuntado comentarlo y al final no lo incluí. No hay ningún significado (o al menos yo no he encontrado) específico del punto. Leí algunos blogs en francés, pero tampoco dan una explicación específica al punto.
Efectivamente es un elemento que nos acompaña durante todo el cuento. Bueno en casi todo. Cuando el guisante regresa a la planta en la que vivía, los compañeros se ríen de él al verle “vestido” con una pluma de pavo real, unas rayas pintadas en su cuerpo y una trompa hecha con una pajita. Es un observador del cuento y un elemento que le da unidad. La explicación del punto creo que nos la darán los niños. Para cada uno será una cosa diferente, el sol, un tomate o un guisante rojo que también quería cambiar. Un significado diferente como lo somos cada uno.
El tema del punto es un buen tema de debate para después de la narración. Cuando dejemos que sean ellos los que revisen el cuento, pasarán las hojas y buscarán las posibles diferencias que hay en las páginas del guisante y también del punto.
Ah! y gracias por lo corregirme la palabra que había escrito mal!
Subiré ahora a la entrada el tema del punto rojo.
Muy útil tu comentario.
Abrazo.
Mer
Estupendo, Elena.
EliminarPerfecto, Mercedes, una entrada excelente. Da gusto leerla.
ResponderEliminarIrune, muchísimas gracias por tus palabras. Me hacen mucha ilusión.
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