jueves, 6 de abril de 2017

La hora del cuento- taller cooperativo



Todos menos uno de Éric Battut


Hola a todos, aquí estoy con una nueva aventura. Y digo aventura porque cada actividad es para mí es un caminar en el aprendizaje, con sus subidas y sus bajadas.

Y en este camino llega la hora del cuento.

Contar un cuento es algo más que leerlo, narrarlo o hacer un cuentacuentos es una iniciación a la literatura, es una forma de aumentar el vocabulario, de estimular la imaginación, de despertar a la belleza de las letras, de conocer las dificultades de la vida y sugerir soluciones a los problemas, pero, sobre todo, desde mi punto de vista, lo más importante es que es un medio de comunicación y de disfrute.

Para la actividad planteada en clase debíamos elegir una estrategia de trasmisión literaria, la lectura, narración con libro o cuentacuentos.

El cuentacuentos es la estrategia que más tiempo requiere de preparación. Exige conocer bien la historia. No se utilizarán imágenes que ayuden en la comprensión de las palabras. Es la imaginación de los oyentes la que crea esas imágenes. Por ello el que utiliza esta estrategia debe conocer bien la historia para ser capaz de que el oyente cree con las palabras, la voz, los gestos, los cambios de ritmo las imágenes del cuento su historia en la mente. No elegí esta estrategia por falta de tiempo para prepararlo, o quizá eso solo fue la excusa. Aun me queda por aprender más cuentos y sobre todo me queda perder el miedo a contarlos. El público es un elemento muy importante. No es lo mismo tener a niños como público que a adultos. Quizá estos segundos más críticos que los primeros, aunque sin menospreciar el sentido crítico de los niños.

La lectura de un libro es una técnica en la que se tiene una interacción menor con el público. Y eso no me lo quería perder. Contar un cuento tiene que ser satisfactorio para las dos partes, solo así se consigue una verdadera comunicación.  


Así que sólo me quedaba la narración con libro, es decir contarles el cuento con ayuda de las ilustraciones. Pero no es tan fácil. Ahora había que elegir un libro. Pensé en un libro que tengo en casa y que nos encanta: La cebra Camila (Núñez, 1999), esa cebra que pierde las rayas y sus amigos la van entregando una cada uno para volver a ser una cebra rayada y no una mula blanca. Pero, y aunque me encanta y os lo recomiendo, creo que ya he trabajado muchas veces con ese cuento. Y quería cambiar. Aprovechando que había ido a la biblioteca con mi hijo, decidí echar un ojo a ver qué libro encontraba…

Y allí encontré Todos menos uno (Ce petit pois-là) de Éric Battut. No lo conocía. Lo saqué de la estantería y lo miré. Lo primero que me llamó la atención fue la ilustración de la portada. Sencilla pero preciosa o, mejor dicho, sencillamente preciosa. Blanca, con las letras verdes (mi color favorito) y con un muñeco que sostenía una pluma llena de colorido. Razón más que suficiente para que lo abriera y lo leyera.


Todo menos uno cuenta la historia de un guisante que quiere ser diferente al resto y decide irse a buscar a alguien a quien parecerse. De cada uno de los personajes con los que se encuentra va a ir cogiendo alguna de sus cualidades. Así será un guisante diferente. Al regresar a su casa sus amigos se ríen de él por su atuendo. Así que el guisante, como semilla que es se enterrará en la tierra y pasado el tiempo nacerá una planta tan única y singular como lo es él.


Éric Battut es el escritor y también el ilustrador del libro. Nació en Chamalières (Francia) en 1968 y después de estudiar varios cursos de derecho y de economía estudió ilustración en la Universidad de Lyon.  Desde 1996 trabaja como ilustrador de libros infantiles. En España se han publicado obras como El Secreto, La avellana, La broma, ¡Oh! La luna o ¿Quieres jugar conmigo? En 2011 la editorial Libros del Zorro Rojo publicó Todos menos uno.


Este libro es una obra de arte en sí misma. Sus ilustraciones nos aportan mucha información, incluso podríamos obviar el texto, si no fuera porque el texto tiene una musicalidad singular que apetece utilizar.


Encontramos muchas locuciones adverbiales de tiempo que nos dan información sobre la situación en la que se desarrolla la acción dándole un ritmo especial. Casi sin pensarlo…, en ese momento…, de pronto..., en un pispás…, rápidamente…

Sin embargo, este álbum ilustrado permite que los niños, aun sin saber leer, puedan volver a “leerlo” a través de las imágenes. Sus ilustraciones, todas en la página de la derecha, ocupan toda la hoja. Fondos blancos, limpios que permiten ver sin problema los detalles de las imágenes. Trazos sencillos pero llenos de contenido. En todas ellas se reconoce perfectamente al protagonista, su pequeño tamaño y la cara con la que éste mira al resto de los personajes que va variando según el texto.  El texto, en la hoja de la izquierda está situado siempre en la parte inferior, dejando así limpia el resto de la hoja. Dos o tres líneas como mucho, algo característico en este tipo de libros.


El protagonista de la historia, el guisante, es pequeño, como todos los guisantes, pero no su decisión. Decide saltar de la protección que le da la planta en la que vive con el resto de guisantes y vivir su propia aventura en busca de su propia identidad. 

A lo largo del cuento hay un elemento que se repite y que sólo varía en su posición. Un punto rojo que da unidad e hila el cuento. Aparece en todas las páginas, observando la escena excepción de cuando el guisante regresa a su casa y sus compañeros de planta se ríen de él. Es como si al observador no le gustara esta escena y por eso no aparece. Nuestros alumnos encontrarán miles de explicaciones a este elemento y por supuesto, todas ellas válidas.


Entre los 2 y 6 años los niños están inmersos en una etapa animista, los animales tienen las mismas características que los humanos, como nuestro protagonista. A partir de los 4 años las historias de aventuras le van a atraer con fuerza, muchas veces importándole más la aventura que el final en sí mismo.

Todos menos uno es un cuento acumulativo. El guisante irá conociendo a otros animales en los que encuentra las características que a él le gustaría tener y se va apropiando de todas ellas. Esta sucesión repetitiva de hechos le facilita al niño su comprensión. Aunque el vocabulario es sencillo creo que el libro es mejor dirigirlo a niños a partir de 4 o 5 años. Utiliza palabras que pueden parecer más difíciles (imponente, audaz, brizna), pero también estimulan al niño. Éstas se pueden acompañar de un gesto para complementar su comprensión.


Ya tenía el libro, la estrategia que iba a usar para contarlo y sabía la edad de los niños a los que se lo podía contar. Ahora había que ensayar como lo iba a hacer. Leí el libro varias veces, deteniéndome en las palabras para luego ver que las imágenes relataban lo mismo que el texto. Luego cogí el libro y lo dirigí hacia un público inexistente. De esta forma practicaba cómo lo iba a contar y enseñar las imágenes a la vez. Me di cuenta de que su tamaño me permitía con el brazo estirado, encajarlo perfectamente ente mi mano y mi bíceps. Así podía enseñar el libro y contar el cuento leyendo el texto si lo necesitaba ya que este quedaba más cerca de mis ojos y me permitía leerlo. Con la otra mano, podría gesticular, señalar y pasar las páginas.  Me di cuenta de que podía señalar al protagonista en cada hoja y así ayudar a los niños a encontrar al guisante, acariciar la página cuando aparece el pavo real como si quisiera tocarle las plumas o hacer en mi cara una trompa enorme como la del elefante con mi brazo libre. Interpreté el cuento varias veces. Mi familia me miraba a escondidas con cara de sorpresa, curiosidad y risa al verme contar el cuento a la pared.


Hacerlo en clase fue diferente. Por supuesto, estaba más nerviosa que en casa, aunque a la vez tenía muchas ganas de contarlo. Había ruido, éramos muchos contando cuentos a la vez. Eso hacía que tuviera que modular la voz para no molestar a los demás, pero permitirle oír el cuento a mis compañeros de grupo. Quiero agradecer a Lucía, Eva y Mario que compartieran conmigo sus trabajos y yo poder hacerlo con el mío. Primero les expliqué a mis compañeros que el libro se lo contaría a alumnos de entre 4-5 años. Les enseñé mi libro, me coloqué cómoda con mi libro en el brazo y comencé.


Leí más de lo que yo había pensado. Mi intención era poder irlo contando a través de las ilustraciones. Al principio hice una lectura pero al final y ya más relajada les narré lo que se veía en las imágenes. Señalé y creo que gesticulé bastante, pero me faltó dedicarle un tiempo a que vieran bien las imágenes y creo que era imprescindible en este cuento. Realicé alguna parada para remarcar algún detalle de las imágenes diciéndoles… ¿habéis visto que colores tan bonitos tienen las plumas del pavo real?, ¡mirad que pelaje tiene el tigre! A ellos les gustó ver al guisante con rayas y ahí también hicimos una pequeña parada.


Al acabar les pregunté a mis compañeros si les había gustado. Respondieron afirmativamente. Les pregunté qué les parecía la aventura del guisante, si ellos hubieran hecho lo mismo.

¿Con qué animal os ha gustado más que se encontrara?

¿Le habríais quitado una pluma al pavo real? No le pidió permiso… ¿le habrá molestado al pavo real que le quitara una pluma?

Sobre esta pregunta estuvimos un poco hablando. Guisante lo hizo sin pedir permiso y eso no está bien. Seguro que el pavo real se lo había dado encantado sin necesidad de quitársela.


A continuación, les pregunté qué les parecía la edad a la que había pensado contársela y que les parecía si lo hiciera con niños de 3 años. Revisamos las imágenes, los fondos, el escaso texto, pero me respondieron que ellos lo veían mejor para niños de 4-5 años. Agradecí que me dijeran que les había gustado, que lo había contado bien y que les gustó como hice el gesto de excavar en la tierra un huequito donde guisante con su nuevo atuendo se esconde y de dónde luego nace una planta tan original como él.

No hubo tiempo para mucho más.


De esta actividad me llevo lo importante que es prepararla y lo importante que es controlar tus nervios (para mí esto es lo más difícil). Sin duda, no es lo mismo hacerlo con niños que con adultos, pero era necesario hacerlo. Me llevo la cara de mis compañeros mientras contaba el cuento. Atentos, interesados por lo que le pasaba al guisante prueba de que el libro les estaba gustando. Me gustó que cogieran ellos el libro al acabar y pasaran las hojas para ver las imágenes con detenimiento. Eso me encantaría que los alumnos lo hicieran. Que ellos lo volvieran a leer. Yo por otra parte, disfruté igualmente contándoselo. Y disfruté escuchándoles sus cuentos, sus historias. ¡Muchas gracias por haberme ofrecido este buen rato!

Y hasta aquí mi relato de la hora del cuento.



Referencias



Diccionario de la lengua española. RAE. Recuperado de: http://dle.rae.es/?w=diccionario

Documentos del Bloque 1 de la asignatura Literatura Infantil- Grado en Educación Infantil- La Salle. Recuperado de: https://online.lasallecampus.es/pluginfile.php/9344/mod_resource/content/1/CUADRO_Cuentos%20seg%C3%BAn%20edad%20y%20desarrollo.pdf

El arte de contar cuentos: qué son y cómo se cuentan.  El arte de contar cuentos en el aula de Infantil y Primaria. J. Quintanal 2005 Recuperado de: http://cursocuentacuentos.weebly.com/uploads/1/0/8/3/10834207/3_-_el_arte_de_contar_cuentos.pdf

El cuento: su valor educativo en el aula de infantil. Recuperado de: https://www.feandalucia.ccoo.es/docu/p5sd5950.pdf

González, L.D. (2011). Bienvenidos a la fiesta. Recuperado de: http://literaturarespetuosa.blogspot.com.es/2015/06/resena-todos-menos-uno.html

 Gutiérrez García, F., (2012). Cómo leer el álbum ilustrado. Biblioteca Virtual Cervantes. Revista CLIJ. Cuadernos de literatura infantil y juvenil, 150, pp13-21. Recuperado de:  www.cervantesvirtual.com/obra/clij.../f764f6d0-f5c1-11e1-b1fb-00163ebf5e63.pdf

 Labajo Gonzalez, I. (2017). Teoría de la asignatura Literatura Infantil- Grado en Educación Infantil- La Salle.  Recuperado de: https://online.lasallecampus.es/pluginfile.php/9339/mod_resource/content/1/Literatura%20infantil_teor%C3%ADa.pdf

Te cuento un cuento en educación infantil (2012). Revista digital para profesionales de la enseñanza, n 18. Federación de enseñanza de CC.OO. de Andalucía. Recuperado de https://www.feandalucia.ccoo.es/docu/p5sd8988.pdf

5 comentarios:

  1. Hola Mercedes!!! Que buen trabajo has hecho!!!

    Lo primero de todo me encanta el formato en que has elegido contarnos la actividad, en modo “historia” o relato, parecía un cuento propiamente dicho (:)) no como en otras ocasiones que lo hacemos contestando punto por punto.

    El libro que utilizas tampoco lo conocía y te confieso que me ha entrado la curiosidad de leerlo entero, así que he echado mano de internet para verlo. Por cierto, ¿qué crees que es el punto rojo que sale en todas las páginas?? ¿Se supone que es el sol??

    Y ahora entrando en la actividad como tal, me ha parecido muy buena la elección de la forma de trasmisión.
    Efectivamente lo que más vale del cuento son las imágenes así que lo suyo es servirte de ellas a la hora de contarlo, de ahí que lo ideal es la narración con cuento. Y la edad elegida también me parece correcta (4-5 años) aunque creo que para 3 años valdría también.

    Únicamente decirte que en el párrafo escrito al lado del dibujo del tigre has puesto "ya más relajada les narré lo que se vía en las imágenes", en lugar de lo que “se veía”.

    Por último comentarte que estoy totalmente de acuerdo contigo en que es mucho más difícil hacerlo con adultos que con niños, pero como muy bien puntualizas de momento las que no somos profes, no nos queda otra ;).

    Enhorabuena por el trabajo!!! Está muy bien preparado y realizado!!!!

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    1. Hola Elena, muchas gracias por tu comentario. Me encanta que me hayas dicho lo del punto rojo. Es un signo de que te has leído con detalle el libro. Me hace mucha ilusión.
      Tenía apuntado comentarlo y al final no lo incluí. No hay ningún significado (o al menos yo no he encontrado) específico del punto. Leí algunos blogs en francés, pero tampoco dan una explicación específica al punto.
      Efectivamente es un elemento que nos acompaña durante todo el cuento. Bueno en casi todo. Cuando el guisante regresa a la planta en la que vivía, los compañeros se ríen de él al verle “vestido” con una pluma de pavo real, unas rayas pintadas en su cuerpo y una trompa hecha con una pajita. Es un observador del cuento y un elemento que le da unidad. La explicación del punto creo que nos la darán los niños. Para cada uno será una cosa diferente, el sol, un tomate o un guisante rojo que también quería cambiar. Un significado diferente como lo somos cada uno.
      El tema del punto es un buen tema de debate para después de la narración. Cuando dejemos que sean ellos los que revisen el cuento, pasarán las hojas y buscarán las posibles diferencias que hay en las páginas del guisante y también del punto.

      Ah! y gracias por lo corregirme la palabra que había escrito mal!
      Subiré ahora a la entrada el tema del punto rojo.
      Muy útil tu comentario.
      Abrazo.
      Mer

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  2. Perfecto, Mercedes, una entrada excelente. Da gusto leerla.

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  3. Irune, muchísimas gracias por tus palabras. Me hacen mucha ilusión.

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